Robin Hood se ha dejado estar
Mucho se ha dicho y escrito acerca de la desigualdad en Chile y de cómo ésta explicaría parte importante del descontento que expresan nuestros compatriotas. Ante esta problemática, simplificada muchas veces a la brecha de ingresos y que omite la multidimensionalidad de la desigualdad en una sociedad, algunos plantean que la solución estaría en profundizar el rol de Robin Hood del Estado. Ese antiguo plan en que todas las respuestas radican en obtener mayores recursos de unos pocos para redistribuirlos.
Atendiendo la inquietud reinante respecto del factor ingreso, intentemos responder dos preguntas: (1) ¿Es verdad que el notorio avance de la economía local durante las últimas décadas no se ha traducido en una menor desigualdad?; (2) Si la meta es la disminución de la inequidad, ¿es la mejor estrategia un aumento en el gasto público financiado con una mayor carga tributaria?
A pesar de que Chile multiplicó por cinco su ingreso per cápita corregido por poder de compra en los últimos 30 años y disminuyó su pobreza de 68% a 9% en el mismo periodo, la reducción de la desigualdad no parece haber mejorado con la misma fuerza. El coeficiente de Gini, estadística universalmente utilizada para medir desigualdad de ingresos, se ha mantenido relativamente estable durante los últimos años.
Sin embargo, los promedios son muy engañadores y debemos mirarlos con escepticismo, sobre todo cuando se trata de temas que duelen a cada individuo. Claudio Sapelli en un interesante artículo publicado por el CEP en 2014, nos muestra que cuando miramos la evolución de la desigualdad en Chile separada por generaciones, se evidencian mejoras en el coeficiente de Gini de hasta 14 puntos. Es decir, el avance sería sustancial. La razón, plantea Sapelli, de por qué dicho avance no se vería en el indicador agregado tiene que ver con el cambio demográfico que Chile ha sufrido: los grupos etarios mayores, quienes tienen peor distribución del ingreso, han adquirido mayor peso. Por supuesto, la mejora significativa que ha visto nuestra desigualdad de ingresos no quiere decir que ésta no pueda seguir mejorando.
Ahora, si la desigualdad por ingresos ha ido mejorando para las nuevas generaciones, cabe entrar a la segunda interrogante para así entender el efecto que tiene la mayor recaudación y distribución de recursos por parte del Estado en el combate a la desigualdad.
Según la OCDE, la desigualdad de ingresos en Chile antes de impuestos y transferencias estaría levemente por sobre del promedio de los países miembros de la Organización. Ahora, ¿qué ocurre después de impuestos y transferencias? Empeoramos ostensiblemente, cayendo hasta el fondo de la tabla.
¿Por qué ocurrirá lo anterior? ¿Será que nuestro gasto público es insuficiente? No parece ser el caso, pues Irlanda (también miembro de la OCDE) tiene un indicador de gasto público como porcentaje del PIB muy similar al nuestro. Sin embargo, después de impuestos y transferencias, pasa de ser el país más desigual de la muestra a situarse en torno al promedio. Los datos sugieren que nuestro Estado en su rol de recaudador y redistribuidor de la riqueza, no logra el objetivo buscado. Los bienes que Robin Hood recauda al inicio de su misión se pierden en algún punto del viaje a través del bosque de Sherwood.
Además de poco diestro, Robin Hood parece ser muy impetuoso y selectivo al momento de acechar a sus víctimas. Los trabajadores de mayores rentas en Chile pagan una tasa marginal (40%) superior a la mediana de países de la OCDE. Si consideramos la tasa pagada por las rentas del capital (44,45%), escalamos varios lugares más en el ranking. Por otro lado, todo el peso de lo que recaudamos por concepto de impuesto a las personas lo carga una minoría: el 24% de mayores ingresos. Esta proporción es, en promedio, un 80% para países miembros de la OCDE.
Si nos decidimos, de una vez por todas, a atender los auténticos dolores de los grupos más vulnerables y permitirnos a todos jugar en una cancha más pareja, debemos dejar de reducir la discusión a la necesidad de un mayor gasto público y abrir la puerta a hablar de un “mejor” gasto público. La desigualdad tiene múltiples dimensiones que no tienen necesariamente como solución la puesta en práctica de herramientas redistributivas, sino también en el diseño de buenas políticas públicas y el incentivo de una mayor cohesión entre los chilenos.
Sólo conseguiremos mejores resultados subiendo el nivel de la discusión, fomentando políticas públicas efectivas y, sobre todo, cumpliendo con la eterna promesa de un Estado más moderno y eficiente. Robin Hood tiene que ponerse en forma y ser más aplicado para seguir asistiendo a los más necesitados.