¿En qué trabajar, invertir o emprender en tiempos inciertos?
Existe en los mercados la percepción de que vivimos días de pocas certezas. No solo la pandemia ha debilitado la capacidad de anticipación, sino también el cambio climático, la tensión propia de una escena política global polarizada, presiones inflacionarias y tasas que van al alza. A estos fenómenos internacionales se agregan, en el caso chileno, el debate constitucional y tributario, mientras se prepara la asunción de un nuevo gobierno.
Frente a una decisión de inversión, ya sea del tiempo (empleo) o del capital de una persona, ésta intenta imaginar el beneficio recurrente que percibirá como contraprestación de dicha inversión en el futuro. Para calcular el valor de la iniciativa hoy –y así poder compararla con otras– se exige a ese beneficio o flujo proyectado un retorno. Es decir, se busca cierta proporcionalidad entre el esfuerzo actual (el precio a pagar) y lo que se recibirá a cambio en los años venideros. El retorno exigido será mayor para proyectos (o activos) más riesgosos y menor para los que se estimen más seguros.
Quienes aprendimos a valorar activos en base al Capital Asset Pricing Model, determinamos el riesgo que subyace a invertir en un instrumento –para así establecer un retorno exigido y luego un precio– en base a la volatilidad que los retornos generados por el activo analizado han mostrado en el pasado. Es decir, estimamos el riesgo de una decisión de inversión mirando por el espejo retrovisor, cuando el beneficio será percibido en el futuro.
Instalados en ese marco conceptual, surgen al menos 2 preguntas: (1) ¿es verdad que la volatilidad ha aumentado recientemente? y, de ser así, (2) ¿es eso sinónimo de que enfrentamos un mayor riesgo con el consecuente impacto que tal cosa tendría en nuestras decisiones de inversión?
La respuesta a la primera pregunta es sí. Hace cuatro años la volatilidad en una ventana de 6 meses para el S&P 500 era cercana al 7% anual. Durante 2019 estuvo en torno al 16% anual, el efecto de la pandemia la llevó hasta el 46% anual y hoy la vemos cerca del 13% anual. El mercado chileno vio un efecto similar, aunque más pronunciado. Hace 4 años se observaba una volatilidad en una ventana de 6 meses de 12% anual, luego de 19% anual, más tarde de 52% anual como consecuencia de la pandemia, y ahora parece estar estabilizándose cerca del 30% anual. Al mirar por el espejo retrovisor, efectivamente se ve una mayor turbulencia.
En relación con la segunda pregunta, Warren Buffett ha planteado su visión en reiteradas oportunidades (aquí puedes ver el extracto de la junta de accionistas de Berkshire Hathaway en 2007) argumentando que la volatilidad no es una medida del riesgo y que éste último tendría que ver con no identificar correctamente las dificultades que puede enfrentar en el futuro el proyecto en que alguien se embarca. Desde su perspectiva, si se hace un análisis prolijo, se mitiga una parte importante del riesgo vinculado a una inversión. Más allá del sustento académico de lo planteado por Buffett, la invitación a no dejarse abrumar por un entorno volátil, a estudiar concienzudamente las decisiones y a confiar en la propia disciplina, es muy rescatable.
En esa línea y dada la actual coyuntura, hay al menos tres consejos para tener presentes a la hora de tomar decisiones de inversión:
Invierte pensando en el muy largo plazo. Comprométete con una empresa o con un proyecto del que puedas –si así lo quieres– participar por varios años. Esa mirada te permitirá recorrer tramos turbulentos con la vista puesta en el horizonte y sin que los vaivenes de corto plazo te angustien más de la cuenta.
Busca compañías resilientes. Cosas como una posición de liderazgo en su industria, márgenes amplios y participación en más de una categoría, permitirán a una empresa navegar con seguridad en medio de cualquier tormenta. Una estructura de capital solvente y un equipo administrativo experimentado también aportarán la robustez necesaria.
Cuida tu liquidez. Permanecer invertido por largo tiempo te quitará flexibilidad. Es importante que te permitas cierta holgura a nivel personal para sortear dificultades que tú o tus personas más cercanas puedan enfrentar.
Al momento de invertir, ya sea tiempo o capital, es importante tener claras dos cosas: que no hay recetas mágicas ni infalibles y que paralizarse es una mala idea. Chile se ha propuesto una agenda ambiciosa de cambios y de ejercicios introspectivos. Para que éstos se traduzcan en verdaderas mejoras, se necesita que el sector privado –es decir, cada uno de nosotros– siga tomando decisiones y haciendo apuestas que reaviven el progreso en favor de todos.