¿Qué rol juegan las grandes empresas en el bienestar de las personas?
En momentos de campaña política y definiciones sobre el Chile que viene, ha sido común escuchar reflexiones sobre el papel que juegan las grandes empresas en la construcción de un mejor país. A veces desde la doctrina y en otras desde la caricatura, se suele menospreciar el aporte que éstas han hecho al desarrollo social y económico durante las últimas décadas, lo que en ningún caso implica que no estén fuertemente desafiadas por las exigencias emergentes en las distintas sociedades.
En un artículo publicado por el McKinsey Global Institute, se describe cómo el valor económico creado por el mundo corporativo fluye hacia las personas en los países de la OCDE y de qué manera dicha transferencia de valor ha cambiado durante los últimos 25 años. De acuerdo con las cifras del año 2018, las empresas, en el agregado, representan el 62% del valor generado por el conjunto de países analizado. Si se segmentan dichas compañías por tamaño y se analizan solo aquellas con ventas anuales superiores a 1.000 millones de dólares, éstas son responsables del 45% de valor agregado a la actividad económica por parte del mundo corporativo. ¿Cómo llega esa riqueza a los hogares? Bueno, por cada dólar de ventas generado por las grandes empresas:
25 centavos llegan en forma de remuneraciones.
40 centavos se transfieren a través de excedentes del consumidor.
4 centavos se traspasan como impuestos.
¿Y cuánto llega a los dueños del capital? De ese mismo dólar de venta, 7 centavos vuelven en la forma de retornos del capital.
¿Cómo es posible que, de las múltiples rutas a través de las cuales se transfiere el valor generado por las grandes empresas a las personas, los impuestos sea la menos relevante? A pesar de que la tasa de impuesto promedio de los miembros de la OCDE se empina hasta el 23,5%, los recursos recaudados vía tributos pasan por el aparato estatal antes de llegar a las personas, a diferencia de otros caminos de transferencia más directos, como las remuneraciones, el excedente del consumidor y los retornos del capital. Lo anterior explica buena parte de la merma que sufren los recursos captados a través de impuestos antes de llegar a los hogares.
Las remuneraciones son un importantísimo y muy efectivo camino para transferir el valor generado por las grandes empresas a las personas. En gran medida, depende de la existencia de empresas con masa crítica y de la continuidad de su crecimiento, el que las remuneraciones sigan teniendo el protagonismo que han tenido. Yendo al caso chileno, las remuneraciones reales han crecido a una tasa anual compuesta del 2,9% durante los últimos 30 años, muy por sobre lo que ha aumentado la productividad en el mismo periodo. Siendo así, una parte importante de la mejora en productividad ha sido transferida a las personas en la forma de remuneraciones más altas.
El excedente del consumidor es consecuencia de las economías de escala logradas por el tamaño de las grandes empresas y de la competencia que existe entre ellas. Las economías de escala les permiten una estructura de costos más contenida y la competencia hace que dicha mejora marginal sea transferida a los consumidores a través de menores precios. Es muy importante resguardar que los diferentes mercados de bienes sustitutos sean competitivos a través de limitar la concentración en el espacio definido por ellos. Habiendo dicho lo anterior, resulta perjudicial para la transferencia de valor a las personas a través del excedente del consumidor, limitar el tamaño de las empresas o los grupos económicos como sugiere la fijación de umbrales de ventas en valor absoluto sin distinguir por los mercados de bienes sustitutos donde cada empresa opera. Tamaño no es sinónimo de menor competencia, sino de mayores economías de escala y de transferencia de valor a los consumidores.
Los retornos del capital son también una forma de transferencia relevante y en países como el nuestro, todos participamos de ellos a través, por ejemplo, de los ahorros para la pensión. Actualmente, los trabajadores tienen invertidos cerca de 14.000 millones de dólares en acciones locales a través de los fondos de pensión. Una cifra que, si bien se ha reducido en el último tramo producto de los retiros y de decisiones de inversión de las propias administradoras de fondos, corresponde en gran medida al buen desempeño y rentabilidad de las empresas en las cuales los trabajadores son socios indirectos vía AFP.
Las empresas y, en particular, las grandes empresas son un vehículo muy eficaz de generación de valor para todos. A la hora de las decisiones, lo lógico sería implementar políticas públicas que promuevan su crecimiento y faciliten que cada día más PYMEs den el salto al siguiente nivel, pues ello implica además que podrán ofrecer empleos de mayor calidad. En un mundo globalizado, el incentivo a la inversión a través de retornos al capital atractivos es una muy buena manera de generar mayor bienestar y seguir progresando.