Chile S.A.: una compañía al borde del “stop loss”
Una empresa fabricante y comercializadora de zapatos en el barrio Franklin tenía mucho éxito hace 20 o 30 años. Era admirada por sus competidores y crecía aceleradamente. Con el tiempo, “se creyó el cuento”, dejó de innovar, se hizo menos eficiente y fue perdiendo terreno. Hace más de una década que no lanza un modelo nuevo, y sus perspectivas hoy son modestas.
En octubre de 2023, el gerente de finanzas, Mario, presentó su estimación de resultados al Directorio: “Habíamos presupuestado pérdidas, pero cerraremos el año mejor que el presupuesto. Seguiremos perdiendo plata, pero menos de lo anticipado.” Los Directores, ya cansados de los malos resultados, sintieron algo de alivio: superar el presupuesto parecía una buena gestión. Pero a todos les incomodaba ver cómo la empresa había dejado de crear valor y dilapidado su reputación.
Meses después, el Comité de Auditoría descubrió que la compañía había vendido un terreno —en una localidad llamada Litio— por un monto muy superior a su valor libro. La utilidad no recurrente explicaba por completo el “mejor desempeño” reportado. Sin esa operación, la empresa habría incumplido sus metas por un amplio margen. La utilidad extraordinaria había sido intencionalmente omitida por Mario para mostrar una mejor gestión aparente. La desazón del Directorio fue profunda, pero a Mario no pareció importarle mucho.
En 2024 se aprobó nuevamente un presupuesto con pérdidas. Pese al bochorno del año anterior, la administración volvió a incumplirlo. La brecha de caja acumulada se financiaba con deuda, y el Directorio —fiel a su deber fiduciario— se mostró muy inquieto. Sabían que una deuda creciente ponía en riesgo la viabilidad futura de la empresa, así que fijaron ratios de endeudamiento límite y exigieron más disciplina.
Pero en 2025, ejercicio que ya está por cerrar, la historia se repite. Se aprobó otro presupuesto deficitario y la administración ya reconoce que no podrá cumplirlo. Mario se fue y lo reemplazó Nicolás, un gerente joven pero con carácter. Las proyecciones apuntan a un nuevo incumplimiento y a la necesidad de más deuda para sostener la operación. Las acreencias están al borde del límite fijado, y algunos Directores temen que la única salida sea una reorganización judicial para evitar la quiebra.
Esta es la historia reciente de Chile: una economía admirada por sus pares en los 90 y los 2000, que se creyó rica y multiplicó sus costos de transacción hasta hipotecar su futuro. El Informe de Finanzas Públicas recientemente publicado por la Dipres proyecta un balance cíclicamente ajustado de -2,2% del PIB, el doble de lo planteado al aprobar el Presupuesto 2025.
Urge un golpe de timón, como el que daría cualquier empresa en problemas. Necesitamos convencer a nuestros inversionistas antes de que ejecuten su “stop loss”.