¿Más pobres que ayer? El costo oculto de una economía debilitada

Como muchos de ustedes, estoy suscrito a algunos medios locales que recopilan noticias y me envían un resumen semanal. No es infrecuente que varias de las noticias destacadas hagan referencia a movimientos del tipo de cambio y muestren fotos de las “puntas” de compra y venta en alguna casa de cambio. ¿Por qué nos importa tanto la fluctuación del dólar? Si bien parecemos vivir en pesos, muchos de nuestros gastos cotidianos se ven directamente afectados por el tipo de cambio, incluyendo transporte, energía, vacaciones y muchos otros. Pero no solo el tipo de cambio se mueve, también lo hacen los precios (en dólares) de los bienes y servicios que demandamos en el mercado global. Entonces la pregunta verdaderamente relevante no es cuántos pesos necesito para comprar un dólar sino qué bienes y servicios, cotizados en dólares, puedo comprar con los pesos que tengo. La comparación del poder adquisitivo actual de los chilenos con el nivel que tenía en el pasado, permitirá saber si somos más ricos o más pobres de lo que éramos hace unos años.

En 1986 la revista The Economist creó el “Big Mac Index” como una forma simple de determinar si las diferentes monedas se están transando a un valor “correcto”. Según los datos más recientes, el Big Mac cuesta 4.050 pesos en Chile y 5,69 dólares en Estados Unidos. Siendo así, el tipo de cambio implícito es de 711,78 pesos por dólar, lo que se traduce en que el peso chileno estaría un 21,7% subvalorado en comparación con la paridad sugerida por el Big Mac Index (datos de diciembre de 2023). Desde luego, se trata de una simplificación pues pasa por alto aranceles, diferencias en costos de distribución y muchos otros ajustes. Pero el Big Mac, al ser un producto estandarizado cuyo precio es fácil de comparar, ofrece una primera aproximación a qué tan “caro” o “barato” es un país en relación a otro.

La OCDE publica un indicador llamado paridad de poder adquisitivo (PPA) que busca un objetivo similar al del Big Mac Index pero comparando una canasta amplia de bienes y servicios. Los últimos números publicados por la OCDE (2022) sugieren que el tipo de cambio de mercado del peso chileno estaría un 51,2% subvalorado cuando se le compara con la PPA correspondiente. Aunque resulta doloroso admitir que la moneda en que cobramos nuestros sueldos vale poco, no es inusual que las monedas de mercados emergentes, como Chile, estén subvaloradas y que en economías desarrolladas se observe lo contrario. Lo esperable sería que, al avanzar hacia el desarrollo, la moneda local gradualmente se apreciara convergiendo hacia un nivel que igualara el costo de la canasta de bienes y servicios diseñada por la OCDE en un país y en otro.

¿Qué ha ocurrido en Chile a lo largo de los últimos años? ¿Hemos podido progresar en la dirección deseada? Lamentablemente, no. Tuvimos un periodo (entre 2002 y 2012) en que nuestro poder adquisitivo logró acortar la brecha y acercarse a EEUU (economía de referencia utilizada por la medición). Fueron años razonablemente auspiciosos en que nuestra economía creció a una tasa anual compuesta del 4,8%. Lamentablemente, en los 11 años posteriores el peso volvió a perder poder adquisitivo retrocediendo a niveles cercanos a los observados en 2001. Lo anterior coincide con un periodo de desempeño económico mediocre reflejado en un crecimiento anual compuesto apenas superior al 2,0%. Otras economías similares a la chilena también sufrieron un debilitamiento de su poder adquisitivo durante los últimos años cosa que se relaciona, entre otros factores, con la fortaleza que se ha visto en el dólar. Sin embargo, el fenómeno chileno comenzó antes y ha sido más profundo.

Se ha escrito mucho acerca de las causas detrás del punto de inflexión que ha limitado nuestro crecimiento y nos ha hecho gradualmente más pobres. Hay quienes sostienen que el cambio en el sistema político fue el principal gatillante, otros se lo atribuyen a la reforma tributaria del ministro Arenas. Seguramente ambas tesis son correctas y, con la perspectiva de los años, nos daremos cuenta de que los retiros de los fondos de pensiones habrán profundizado el daño en forma muy significativa. Lo importante ahora es reconocer con hidalguía el punto en que nos encontramos, consensuar que no es donde queremos estar y acordar, con generosidad, una hoja de ruta que nos ayude a reconstruir nuestra capacidad de crecer. Se lo debemos a los chilenos más desposeídos, con menor capacidad de ahorro y más afectados por la merma en el poder adquisitivo de nuestra moneda.

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